Voces de unión: la historia detrás de Stonewall Inn
La historia comienza en la década del 60, donde el clima social exigía la igualdad para la comunidad queer, la lucha por los derechos igualitarios de las mujeres y personas de color –incluso la Guerra de Vietnam– forjando un panorama rebelión. En 1964 el alcalde Robert F. Wagner, Jr. de la ciudad de Nueva York contemplaba en su agenda el limpiar las calles para cuidar la imagen de la ciudad y así fomentar el turismo, enalteciendo la imagen conservadora de la época. Considerada como un desorden mental –y por ende su práctica era ilegal–, la atracción por el mismo sexo fomentó la creación de lugares ilegales, donde se permitiera un ambiente libre de juicio para revelar el «verdadero yo». Greenwich Village, se posicionó rápidamente entre la comunidad queer por ser un barrio liberal y libre de rechazo social. Ahí, eran pocos los lugares que dejaban una posibilidad de convivencia y entre ellos estaba el bar Stonewall Inn. Ubicado en Christopher Street, fue adquirido en 1966 por la mafia. El bar originalmente servía como centro nocturno y restaurante heterosexual, sin embargo, sus nuevos dueños –la mafia– creían que un negocio que atendiese a la comunidad gay –que de otro modo se rechazaría– podría generar ganancias, además de exigirles pagos regulares por «protección» a sus comensales.
A los pocos meses, Stonewall Inn su popularidad aumentó por su pista de baile. Si bien las redadas policiales eran comunes, era uno de los pocos bares de la ciudad donde las parejas podían tener citas libremente, dando seguridad a sus asistentes por el pago de su propia protección. En una redada sorpresiva, Seymour Pine de la División de Moral Pública del Vice Escuadrón de la Ciudad de Nueva York y otros oficiales encubiertos, atacaron el lugar arrestando una decena de personas. En un intento fallido por controlarles, una multitud de clientes liberados y espectadores comenzó a crecer fuera del establecimiento. Según el escritor David Carter, aumentaba a medida que avanzaba la noche y la multitud se descontroló volcando a la violencia. La tensión generada entre los elementos de seguridad y los residentes del barrio produjo más protestas sucesivamente al paso de los días. En cuestión de semanas, los residentes se organizaron en grupos de activistas para concentrar esfuerzos con el fin de establecer lugares para que la comunidad queer pudiese manifestar abiertamente su orientación sexual e identidad. A partir de 1970 las Marchas del Orgullo se convirtieron en un legado y un discurso a favor de sus miembros, luchando en contra de cualquier forma de discriminación social y constitucional.