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Hablamos con Montserrat Messeguer sobre los retos de emprender en la moda mexicana

Y cómo unas botas vaqueras cambiaron su vida para siempre.
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Cuando Montserrat Messeguer era tan solo una niña, le compraron un par de botas vaqueras blancas de corte clásico. El hechizo fue instantáneo, y pasarían algunos años para que la diseñadora replicara la sensación que aquel par tan especial tuvo sobre ella con su propio diseño de calzado: las botas Jornada, porque no hay como ese espíritu western para reponerle los ánimos a cualquiera. Aún antes de ese momento profético, el destino de Messeguer estaba ligado con el arte y la moda. Su papá es artista y anticuario, y su mamá, es la diseñadora de moda y textiles Lydia Lavín. «Siempre estuve rodeada de antigüedades, arte, telas y textiles tradicionales mexicanos», recuerda, «a mis papás les gustaba mucho fomentar nuestra creatividad y crecer así fue muy bonito». 

Se graduó en Diseño Textil por la Universidad Iberoamericana en 2012, y en esos mismos pasillos la diseñadora y yo nos cruzaríamos algunos años después. «Lógicamente al tener a mi mamá como diseñadora de textiles y moda siempre fue muy estimulante: desde pequeña hacía mis bocetos de colección y me fascinaba mezclar la ropa de la manera más excéntrica», comenta. Así que el perseguir una carrera en la moda fue un paso natural, que no vino sin su carga de complicaciones, ya que desde hace algunos años, en Latinoamérica el diseño solo se concebía de una sola manera: con muchos olanes y estampados florales. Montserrat supo encontrar ese elemento diferenciador que la hizo destacar: sus diseños tienen una fuerte influencia en el Norte de México y el Sur de los Estados Unidos: «Me encanta ver westerns de los años 70», dice.

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Imágenes cortesía de la marca.

Con tan solo cinco looks hechos de piel y unas botas charras con aplicaciones plateadas, la diseñadora comenzó su sueño en 2017, entablando un diálogo entre las piezas y los consumidores, quienes hoy en día siguen buscando algunas de las primeras piezas originales. «Desde ese momento lancé mi clásica camisa de flecos de ante y la chaqueta pockets, que sigo haciendo cada colección», afirma. Cada una de sus piezas están hechas en México por un equipo de 9 personas que realizan una colección al año, aunque por primera vez, este verano fabricaron una colección cápsula.

Lo que es un hecho, es que para la diseñadora la creatividad no es algo que se pueda forzar. «El proceso creativo es algo orgánico que tiene que surgir en la vida real, no viendo la pantalla ni Pinterest», explica. Su más reciente propuesta, Rancho Grande, fue visualizada para incluir a los hombres también. «Tiene inspiración en el patchwork, este se hacía cuando los materiales eran muy escasos y preciados. Entonces vamos a ver gamas de gabardinas y mezclillas, así como camisas a cuadros y algunas de nuestras prendas clásicas de piel reinterpretadas», nos cuenta. 

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Imágenes cortesía de la marca.

Cuando le preguntamos qué es lo más satisfactorio de tener un proyecto de moda en México, Messeguer responde: «Poder producir y conectar con tantos artesanos y empresas como nosotros que hacemos cosas de calidad», agrega, «nosotros lo damos por sentado, pero nuestra sapiencia al hacer y nuestro valor artesanal es algo sin igual en el resto del mundo». Para ella, el verdadero “lujo mexicano” no puede ser un lujo importado y en el futuro: «Me gustaría que supiéramos lo que tenemos enfrente, lo paguemos y usemos», finaliza. Y es que es verdad, Montserrat Messeguer es parte de una nueva generación de proyectos mexicanos que pueden llegar a todos los rincones del mundo, si los damos a conocer

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