Jorge Luis Martínez: hacia la meta de la inclusión
Alzando dos banderas, Jorge Luis Martínez se pronunció como el mexicano ganador del bronce en 300 metros contrarreloj en los Juego Panamericanos del 2019 en la ciudad de Lima, Perú. Una tarde de agosto que marcó el inicio de una nueva etapa en su vida, celebrando su victoria en una postura casi política. En su mano izquierda abrazaba el orgullo de su país y en la derecha la declaración pública de su identidad como parte de la comunidad LGBTTTIQ. Con un mensaje de inclusión, poético entre líneas, el atleta de alto rendimiento se convirtió en el parteaguas de una nueva generación de deportistas que están dispuestos a luchar por una medalla más grande, la inclusión deportiva.
Nacido en Hermosillo, Sonora, la pasión del patinador fue influenciada por su madre, quien mantuvo su infacia y adolescencia en un entorno de actividad física. Su interés en el patinaje de velocidad en línea fue casi espontáneo, encontrando desde su primer acercamiento a la disciplina un talento nato. El apoyo familiar sobre sus decisiones siempre ha sido incondicional y se vio aún más acentuado cuando salió del clóset a la edad de 22 años. Sin embargo, en su camino para convertirse en campeón mundial comenzó a cuestionarse la visibilidad LGBTTTIQ en el aspecto deportivo en México, uno de los espacios donde poco se habla de estos temas y, por consiguiente, de la existencia de una figura abiertamente queer, es decir, un espacio donde prevalece el machismo y la heteronormatividad. Esto le llevó a mantener separada su vida personal de la pública: «estaba cansado de no poder ser yo realmente, tener que esconder mi orientación como si fuera algo malo, cuando no lo es». A lo largo del tiempo, las campañas publicitarias de grandes marcas dedicadas al sector deportivo han abrazado a la comunidad LGBTTTIQ con grandes figuras de la misma, pero ¿Cuáles son nuestras figuras nacionales en esa comunidad?, «hay deportistas que le han dado medallas al país y que son miembros de la comunidad LGBTTTIQ […] un mensaje de inclusión es necesario». Con esta primicia y la adrenalina de la competencia, Martínez tomo el primer paso, uno difícil por la enorme responsabilidad que implica.
El ser el primer atleta abiertamente gay en el país le ha dado una responsabilidad que conlleva ser una voz para quienes lo observan fuera y dentro de la pista. Esta decisión, alejada del arrepentimiento, le ha permitido ver el privilegio con el que contó y que aún está presente: «mi familia, amigos y hasta mi equipo de trabajo han sido una fuente de apoyo constate, aceptándome sin importar el qué dirán». El valor de Jorge Luis Martínez ha abierto un espacio para la educación y aceptación para aquellos que no están familiarizados con la comunidad LGBTTTIQ, vocalizando un mensaje de fuerza y esperanza para quienes aún viven en un contexto alejado del privilegio de ser quienes verdaderamente son.