Le Crocodile, el legado de René Lacoste
Silence, s’il vous plaît, se escucha en la cancha Suzanne Lenglen del estadio Roland Garros en París. El juez pide que no haya ruido para reanudar el juego entre el número cuatro del mundo, el español Rafael Nadal, y el francés Benoît Paire. Este último lleva en su playera el famoso cocodrilo verde de la casa Lacoste. Como el fundador, René Lacoste, conocido por presionar a sus contrincantes con su tenacidad y exactitud en cada jugada, Paire le da batalla al español llevándolo a un reñido segundo set con movimientos impredecibles. Del otro lado del campo, en la cancha central Philippe-Chatrier, otro cocodrilo está peleando su lugar para permanecer en el abierto francés.
Se trata del número dos del mundo, el serbio Novak Djokovic, quien recientemente fue seleccionado embajador de la marca. Su nombramiento es el más importante en varios años, el último elegido que gozaba de una popularidad similar fue el estadounidense Andy Roddick. Por lo que Nole (como lo apodan sus fans) es el centro de atención del verano en un París cuyas calles y conversaciones parecen enfocarse únicamente en dos temas: el cine, debido a la celebración de la 70 edición del Festival de Cannes, y el tenis. Es común encontrar su cara por la ciudad en una campaña que recuerda el legado de una leyenda como René Lacoste y, a pesar de haber vivido en diferentes épocas, los dos tienen mucho en común.
A lo largo de su carrera, Djokovic ha ganado 12 títulos de Grand Slam —los cuatro torneos más importantes del tenis celebrados en Australia, Francia (Roland Garros), Inglaterra (Wimbledon) y Estados Unidos (US Open)—, convirtiéndose en uno de los mejores jugadores de nuestro tiempo. Por otro lado, en la década de los 20, René era la estrella de las canchas. Con siete títulos de Grand Slam obtuvo el ranking del número uno del mundo con tan solo 22 años. Y aunque sus títulos fueron menores que los de Nole, personifica el espíritu del tenis. No existe algún jugador que no reconozca su relevancia para la historia del deporte blanco. Un perfeccionista por naturaleza, solía estudiar detalladamente a sus contrincantes.
Con la filosofía de que ante un problema, se debe de analizar la situación y hacer un esfuerzo para obtener una solución, el cocodrilo se volvió infalible. Hasta su muerte a los 92 años, se dedicó a mejorar el mundo del tenis, interés que se convirtió en su pasión desde los 15 años. De la mano de Jacques Brugnon, Jean Borotra y Henri Cochet —conocidos como los cuatro mosqueteros—, logró terminar el dominio de Estados Unidos sobre la Copa Davis, obteniendo el título por seis años consecutivos (1927 - 1932). Esto detonó la creación de un estadio en París con canchas de arcilla nombrado Roland Garros, en homenaje a un héroe de la Primera Guerra Mundial. Fue también él quien, en 1961, por la pesadez de la madera, inventó la raqueta de metal que más tarde le vendería a la marca Wilson y que el jugador Jimmy Connors utilizaría para ganar ocho Grand Slams.
Pero quizá su aportación más importante fue en la moda. Igual que Gabrielle Chanel lo hizo al liberar a las mujeres de prendas ajustadas con los conjuntos de jersey, cansado de la incomodidad de las camisas de manga larga con las que jugaba, buscó una alternativa: una playera de algodón piqué, ligera y transpirable. Rápidamente, sus amigos tenistas empezaron a usarla y en 1933, después de retirarse de las canchas, decidió crear una marca deportiva. El sello distintivo, por supuesto, tenía que ser el cocodrilo. Pronto el modelo L.12.12 (L por Lacoste, 1 por el piqué, 2 por el modelo de manga y 12 por las primeras versiones), se popularizó más allá del tenis.
En la década de los 60, personajes como Clint Eastwood o Jack Nicholson eran vistos con la polo. Hoy, con dos prendas vendidas por segundo a nivel mundial, es una marca que ha evolucionado hasta convertirse en una casa de moda con presentaciones en Fashion Week y piezas hechas por talentos creativos como el diseñador Christophe Lemaire o Felipe Oliveira Baptista.
El éxito se debe en gran medida a que las nuevas generaciones de la familia no han olvidado la ideología de su fundador: innovar de manera constante y ser perseverante. Ya sea con la disciplina para practicar todo el tiempo (aunque fuera en un barco rumbo a Estados Unidos) o imitar la técnica de su amiga Suzanne Lenglen para perfeccionar su juego de fondo; formar el mejor equipo de tenistas, inventar una máquina para lanzar pelotas y revolucionar la ropa deportiva con una pieza emblemática, la historia de René Lacoste comenzó como una aventura que se volvió un estilo de vida y que es considerado actualmente un tesoro nacional. Uno que, por casi 85 años, ha demostrado que la vida es un hermoso juego.
Texto parte del artículo Le Cocodrile de la edición Julio-Agosto 2017 de L'Officiel México.