La historia del abrigo
En el contexto de la moda, siempre han existido prendas que evolucionan a través de los años, pero que nunca dejan de ser un elemento clave en el armario. Una de las prendas más fundamentales del siglo XX— que a la fecha sigue sobresaliendo con estilos, colores y cortes innovadores— es el abrigo.
El abrigo es la prenda que perfecciona un outfit, disimula lo que no es y transforma lo que desea ser. La primera impresión es lo más importante, un abrigo es la individualidad visual que manifestamos al mundo.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el abrigo formaba parte del uniforme de los soldados, y a raíz de eso fue adoptaba como prenda tanto femenina como masculina. El estilo del abrigo entre las décadas de 1940 a 1960 fue cambiando radicalmente, pero fue el inició de una tendencia que se enfocó principalmente en la versatilidad, el glamour y la acentuación de la silueta femenina.
El debut del New Look de Dior de su primera colección de haute couture en 1947 impulsó un cambio en la silueta femenina que se reflejó en los abrigos del mismo año.
El abrigo era largo hasta la media pierna con una falda drapeada asimétrica, hombros anchos y un corte ajustado que marcaba visiblemente la cintura. En esa época, los accesorios de piel eran la tendencia del momento de la moda. Lo complementaban con zapatos de salón del mismo color del abrigo y sombreros de estilo turbante.
Créditos: Bar jacket, 1947, modelado por Renee en 1955. Fotografía: Willy Maywald / ADAGP Paris / Viscopy
A finales de los años 40, los diseñadores recuperaron la forma del abrigo de la época SS, XVIII y XIX. El nuevo estilo llevaba un cuello esmoquin con ribete de piel, un faldón volante a la cintura y una falda pesada con mucha tela. El detalle de lujo del abrigo era el doble anillo de piel en las mangas.
A principios de la década de 1950, el abrigo cambió de estilo de manera radical. Era completamente suelto, el cual permitía llevar prendas anchas por debajo con un corte de estilo blusón, y desestructurado con detalles decorativos como un cuello astracán y botones grandes.
Crédito: abrigo Balenciaga, 1960.
En los años 50, el abrigo se volvió́ relativamente sencillo. Era de lana con cuello ancho, un cierre cruzado, botones a tono y grandes puños vueltos. El detalle más notable del abrigo era el cinturón amarrado a la cintura que creaba la silueta de una falda grandiosa.
Crédito: abrigo tweed, New Look, 1951, modelado por Elise Daniels.
El abrigo de capa corta fue un éxito con los modelos del momento. Tenía un cierre con botones a contraste del color del abrigo y se usaba con una falda larga por debajo de la rodilla. Lo complementaban con guantes, un sombrero con broches decorativos y zapatos, todo aquello combinado con el abrigo.
Crédito: abrigo de piel de ocelote de Revillon, 1952, modelado por Anne Gunning. Fotografía: Philippe Pottier.
En la década de los 60, el símbolo de estatus era el uso de abrigos de piel. La prenda era envolvente con un cuello amplio de esmoquin, un cinturón ancho y un corte de falda estilo capa. Los estampados de animales también estaban de moda entre las mujeres distinguidas de la época. Los diseñadores más afamados usaban piel de leopardo y accesorios elegantes como un cuello pequeño, botones grandes y mangas anchas.
Crédito: Pola Negri, 1927. Catálogo en línea de impresiones y fotografías de la Biblioteca del Congreso / Cortesía