Estilo de vida

El Terreno: donde arquitectura y sostenibilidad coexisten

Un jardín urbano que reconecta la comunidad con la naturaleza.

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Fotografía por Ricardo de la Concha. Imágenes cortesía de El Terreno.

Con el término francés déjà vu se describe la sensación de haber experimentado previamente una situación que, sin embargo, se vive por primera vez. ¿Pero cómo definir la impresión contraria —es decir, observar lo cotidiano como algo extraordinario y nuevo— con una expresión similar?

Surge así un nuevo término, «vuja de», que viene a definir este acto revolucionario que consiste en transformar lo familiar en un fenómeno inédito, inexplorado y sorprendente. Uno de sus mejores ejemplos es, sin duda, El Terreno, un jardín que se experimenta y se vive con la singularidad de una nueva mirada.

Entre el ruido de la Ciudad de México, dentro de muros de piedra, surge un pabellón rodeado de flores y plantas aromáticas que crecen sobre la base del poder colectivo. «La transformación de un vertedero ilegal de basura en un proceso de regeneración», nos comparte Michelle Kalach, quien trabajó con Vertebral para construir con materiales reciclados un lugar destinado a la educación ambiental.

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Fotografía por Ricardo de la Concha. Imagen cortesía de El Terreno.

Con una larga historia de amor por la permacultura —arte de diseñar espacios de vida basados en las características del ecosistema natural—, el cierre de las escuelas debido a la pandemia la impulsó para crear este proyecto. Su objetivo era reconectar con la naturaleza a través del cultivo de la flora y fauna endémica que alguna vez habitó este espacio.

Una metáfora de la resiliencia que florece de manera natural cuando se nutre desde el respeto a la Tierra como la única posibilidad de un futuro. Para Kalach, el amor hacia el medio ambiente se traduce en amor propio. El Terreno, añade, revela que la sostenibilidad no tiene por qué ir de la mano del lujo, sino que puede ser también una herramienta de la propia comunidad para conectar con sus orígenes y construir un futuro mejor, más respetuoso.

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Fotografía por Ricardo de la Concha. Imagen cortesía de El Terreno.

SR: Estás profundamente involucrada con la eduación ambiental ¿Cuál es la historia detrás de esta pasión?

MK: Mi amor por la naturaleza y los animales empieza a los ocho años, gracias a que una maestra del colegio nos invita a investigar acerca de los productos que tratan en animales de laboratorio. Después de ese día me enfoque en estudiar acerca del impacto que tenemos como humanos en nuestro planeta. Mis proyectos escolares siempre fueron en torno al medio ambiente. Después de graduarme de Preparatoria me fui unos meses a una ecoaldea en Israel llamada «Hava ve Adam» a vivir una vida comunitaria en la naturaleza y aprender de permacultura. A partir del 2014 empecé a cultivar este sueño de crecer mi propio alimento, impulsar la educación ambiental y crear una comunidad consciente. Es así como nace El Terreno en el 2020 junto con mi hermano Elias Kalach de Vertebral. 

¿Cómo fue el proceso de formar parte del diseño y la construcción del jardín?

MK: Fue muy interesante trabajar junto con Vertebral. Creo que este proyecto es un claro ejemplo de cómo la arquitectura y la sustentabilidad pueden coexistir y ofrecer un diseño funcional y estético. Durante el proceso de diseño y construcción nos aseguramos de utilizar materiales reciclados y locales así como un diseño que incluya paneles solares, captación y tratamiento de agua pluvial y un baño seco. Fue muy benéfico trabajar juntos porque pudimos aprender y desarrollar conceptos que aseguran un proyecto social y ambientalmente responsable a corto, mediano y largo plazo.

¿Cuáles son los puntos clave para adoptar aquel compromiso de cultivar un entorno curativo a través de una producción regenerativa? ¿Cuál es el mayor reto?

MK: En mi opinión el punto más importante para cultivar este tipo de entornos es reconocer la importancia que tiene la naturaleza en nuestra vida y desarrollar un amor y entendimiento por esta. El entender que somos parte de la naturaleza y no algo separado de ella nos acerca más a un estilo de vida con consciencia y respeto. No podemos dejar a un lado lo que es la educación ambiental como un punto elemental ya que gracias a esto podemos llegar a desarrollar habilidades y herramientas para poder aterrizar proyectos y contribuir a una economía circular. El reto más grande es romper con la idea de que para lograr un estilo de vida sostenible y un desarrollo económico debemos sacrificar placeres y gustos. Podemos tener una vida plena cuidando nuestro ambiente. También el reto está en la resistencia colectiva que existe en modificar algunos de nuestros hábitos para vivir en armonía con otras comunidades y seres vivos. 

¿Cómo visualizas el futuro de El Terreno?

MK: Nos gustaría poder incentivar a más personas a crecer sus propias hierbas, flores o alimento en la ciudad ya sea en macetas, techos, jardines o cualquier espacio que tengan a su disposición. También nos gustaría contagiar el amor por la naturaleza a través de talleres, pláticas y eventos en nuestro espacio, en empresas y colegios. Buscamos generar un cambio en las vidas de las personas para promover el bienestar mental y físico de cada uno de nosotros. Creemos que El Terreno viene siendo un espacio que ejemplifica las diferentes soluciones que tenemos a nuestra disposición para abordar la crisis climática que estamos viviendo. Ya sea a través del cultivo orgánico, la composta de materia orgánica, la captación de agua pluvial, el uso de energía renovable, la alimentación a base de plantas o cualquier otra solución que mejore nuestras vidas y construya un futuro más incluyente y seguro para todos. Buscamos ser un ejemplo y medio de comunicación y herramientas para generar cambios positivos en nuestro alrededor.

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